Hace unos meses, en septiembre de 2021, cumplí uno de mis sueños viajeros y viajé a Islandia. Lo hice con Aventúrate a viajar, agencia de viajes en grupo con una filosofía que me gustó bastante. Y es que el viaje está planificado de antemano, pero no hay ataduras: los participantes pueden proponer actividades y hay espacio para improvisar rutas o desviarse del camino si los integrantes del grupo lo deciden.
Fueron varias cosas las que me convencieron para viajar con ellos. La primera, es que haciendo cuentas para viajar solo, vi que era inviable. Y es que Islandia es un país muy caro. Me di cuenta, rápidamente, que el presupuesto para viajar solo a Islandia se dispara cerca de los 4.000€.
Segundo, el viaje duraba 16 días, que es más de lo que la mayoría de agencias suelen ir. Además, el precio para ser tantos días era más que correcto. El viaje me salía mucho más barato que planteándome viajar acompañado de una persona, y ya ni digamos yendo solo.
Tercero, y punto clave para mí, se incluían rutas a pie, se visitaban los puntos más míticos de la isla y se viajaba en 4×4, con algunos días de ruta en coche por el interior de la isla y vadeando ríos. Este componente de viaje de aventura es lo que definitivamente me convenció.
Así pues, viajamos en grupo durante algo más de dos semanas recorriendo la famosa Ring Road, la carretera principal que rodea la isla y conecta las principales ciudades y pueblos de la isla. Esta ruta cubre lo más interesante de Islandia, y es la que la mayoría de gente hace en un viaje a Islandia de dos semanas. Se puede hacer en ambos sentidos, y nosotros la hicimos en sentido anti horario, empezando por la parte sur de la isla.
Voy a compartir contigo los lugares que pudimos visitar con fotos mías. No haré la típica guía de viaje de Islandia porque considero que ya hay muchísimos blogs que dan ese tratamiento, y me centraré en contarte cuáles son los sitios que merecen absolutamente la pena visitar, y por qué.
Mi viaje por Islandia: las paradas más interesantes en la Ring Road
Fagradalsfjall



El viaje empezó muy fuerte con la visita al volcán en erupción de Fagradalsfjall, muy cerquita de Reikiavik. Sabíamos que el volcán estaba teniendo esos días mucha actividad y no dudamos ni un instante en iniciar nuestra aventura visitándolo.
Tuvimos, además, la suerte de disfrutar de un pedazo de día para lo que es Islandia, con un día mayormente soleado. Pudimos caminar un buen rato siguiendo la colada, hasta llegar bastante cerca del cono del volcán. Las fotos hablan por sí mismas, y la experiencia de ver por primera vez un volcán en activo es algo sobrecogedor, realmente impresionante, algo que me llevo a la tumba, inolvidable y absolutamente irrepetible.
Lamentablemente, el volcán cesó su actividad en octubre (tuvimos suerte hasta en eso, fuimos de los últimos en poder disfrutarlo) y ahora ha entrado en un periodo latente, así que ha dejado de ser una atracción turística. Pero me veía obligado a incluirlo solo por recordar esta experiencia única.
Seljalandsfoss y Skogafoss



Islandia es el país de las cascadas, y en el sur las hay a borbotones. Una de las primeras paradas ineludibles viajando por la Ring Road en sentido anti horario es la cascada de Seljalandsfoss, muy fotogénica y fácilmente accesible, ya que se ve desde la carretera y el desvío no lleva más de un minuto. Por eso mismo suele haber bastante gente, aunque siempre hay un momento para cogerla en una buena foto. Un caminito que sale por el lado izquierdo se adentra en una gruta que lleva a la cascada vecina de Gljufrabui. Eso sí, ve con chubasquero o con una buena chaqueta impermeable, porque acabarás mojado.
La otra gran cascada de esta zona del sur de Islandia es Skogafoss, con mayor caudal pero a mí parecer no tan bonita. Sin embargo, hay una ruta que sale desde la parte superior de la cascada, accesible subiendo 500 escaleras. Esta ruta se adentra por el cañón de Skogar, siguiendo el río Skoga por un sinfín de pequeñas cascadas, meandros y formaciones rocosas rodeadas de prados verdes. Una ruta preciosa si el tiempo más o menos acompaña.
Reynisfjara y Dyrholaey



La playa de arena negra Reynisfjara es muy famosa por el color de la arena y por las formaciones basálticas de sus rocas, que dan lugar a un paisaje como de otro mundo, que ha sido escenario para películas y series, entre ellas Juego de Tronos.
No obstante, a mí me gustaron más aún las vistas desde el mirador de Dyrholaey, un punto que no muchos turistas conocen, y que ofrece unas vistas espectaculares del entorno de Reynisfjara. Vale mucho la pena pasarse por aquí.
Landmannalaugar



Uno de los desvíos típicos en la ruta del Ring Road es Landmannalaugar. Es una región de las Tierras Altas islandesas que forma parte de la reserva natural de Fjallabak, y es peculiar por el color de la tierra y la cantidad de manantiales, fumarolas, campos de lava, ríos y rocas de formas caprichosas que hay en toda la zona.
Hay una ruta clásica de un par de horas que parte de un cámping, donde también hay unas pozas de aguas termales. Para llegar hasta allí hay que coger una carretera F, que en Islandia son los caminos para jeeps y 4×4. Aunque depende mucho de la época en la que vayas, lo más normal es que tengas que vadear varios ríos, y eso es lo que hicimos nosotros con nuestros 4×4. Un día de auténtica aventura, atravesando un paisaje marciano y desolado.
Laguna glaciar Jokulsarlon y glaciar Vatnajökull



Uno de los puntos álgidos del viaje es, sin ninguna duda, el glaciar Vatnajökull. Se trata del mayor glaciar de Islandia y el segundo mayor de Europa, cubriendo 8.100 km², un 8% de la superficie del país. Las vistas del glaciar son alucinantes. Para mí, ver de cerca un glaciar es una sensación única, deja sin aliento y se siente uno muy pequeño ante la grandeza de algo tan bestia y salvaje. Se pueden tomar dos rutas que te acercan al glaciar: una te lleva hasta los pies del mismo, junto a la laguna, y otra te lleva por su lado izquierdo, remontando un sendero muy bien marcado pero en constante subida hasta el pico Kristinantidar, de 1126m.
Desde allí, un giro a la izquierda inicia el descenso hacia el otro lado del valle, haciendo una ruta circular larga pero preciosa, y que lleva de vuelta al centro de visitantes a través de un paisaje espectacular. Casi al final de la ruta, se pasa por otra cascada famosa, Svartifoss, con sus características columnas de basalto detrás de ella.

La guinda es redondear la visita en la Diamond Beach, una playa volcánica donde van a parar enormes bloques de hielo desprendidos del glaciar. La pena para nosotros fue que cuando la visitamos al día siguiente la lluvia y unos vientos terribles a 150 km/h nos impidieron ver nada, debiendo abortar la visita. Pero no hay más que ver las fotos del lugar para darse cuenta que es una visita imprescindible que, para nosotros, queda pendiente.
Fiordos del Este



Los Fiordos del este de Islandia son una opción secundaria que no mucha gente incluye en su viaje por Islandia. Pablo, el guía de nuestro grupo lo incluyó, a mi entender con acierto. La ruta en coche es larga, pero salpicada de paisajes preciosos y muy variados, con acantilados, montañas, prados enormes, lagos y ríos por doquier. Nosotros recorrimos el fiordo Mjóirfjördur. Como ves por las fotos, nos había nevado, así que pudimos disfrutar del encanto de ver los picos de las montañas nevados.

Teníamos previsto recorrer este fiordo el día antes, pero el temporal de viento que nos impidió ver la Diamond Beach causó desprendimientos en el tramo de carretera a partir de Hofn, con lo que nos vimos obligados a buscar urgentemente alojamiento y hacer noche por la zona. Lo que pareció una noche accidentada se convirtió de repente en una noche afortunada, ya que vimos nuestras primeras auroras boreales. Y es que así es Islandia, un país donde la naturaleza manda, en el que te has de adaptar en todo momento y en el que la recompensa puede llegar cuando menos lo esperas.
Cráter de Hverfjall



Otro de los lugares menos conocidos a nivel turístico pero que a mí me fascinó fue el cráter de Hverfjall, en el camino hacia Akureyri. El desvío de la carretera te deja en un par de kilómetros en un párking, desde el que puedes subir caminando hasta la cima y allí, rodear todo el cráter caminando por la cresta.
Las vistas de toda la zona son espectaculares, y si lo coges con la luz del atardecer como nosotros, más aún. La nieve recién caída fue la guinda de la postal, y contrastaba con el paisaje lunar de la tierra negra de este volcán, ya extinto.
Desde aquí agradezco a Pablo el haber propuesto esta visita, pues es el típico sitio que no sale en las guías y que para mí merece mucho más la pena que otros lugares más turísticos y sin nada de encanto. Por ejemplo, la zona geotérmica de Hverir, cerca de Myvatn, lugar de fumarolas con mucha fama pero que a mí no me dijo absolutamente nada, o la cueva Grjotagja, que se hizo famosa por ser donde se rodó la escena de sexo entre Ygritte y Jon Snow en Juego de Tronos, pero que a mi juicio tampoco tiene nada especial aparte de esta curiosidad.

Como no todo va a ser naturaleza, caminar y vadear ríos, ahí va otra recomendación: los baños de Myvatn. Se trata de una laguna artificial que aprovecha la geotermia del lago volcánico justo al lado para calentar unas aguas termales ricas en minerales y con ese característico olor a azufre. Sin duda, son una alternativa mucho más económica, y sobre todo tranquila, al Blue Lagoon, la conocidísima laguna termal cerca de Reikiavik.
Cascadas del norte: Dettifoss, Selfoss y Godafoss



En el norte de la isla, en un radio de apenas 100 km se encuentran tres cascadas más, de entre las cuales la de Dettifoss me parece la más espectacular.
La cascada de Dettifoss es considerada la más potente y una de las mayor caudal de Europa. Lo más increíble es que puedes acercarte hasta el borde mismo de la cascada. La vista desde aquí es sobrecogedora e imponente, una pasada. El rugido del agua es ensordecedor. Como curiosidad, aquí es donde Ridley Scott rodó la escena inicial de Prometheus, la precuela de Alien.
A un kilómetro y medio, remontando el río, se encuentra la cascada de Selfoss, no tan espectacular pero mucho más grande y que se ramifica en multitud de pequeñas cascadas a lo ancho de todo el acantilado que conforma la cascada. Por cierto, las aguas que alimentan este río nacen del glaciar Vatnajökull.
Por su parte, Godafoss es, quizás, la que menos me gustó de las tres, pero aún así merece una visita. Esta cascada también se ramifica en dos secciones, con otra pequeña cascada justo en el medio. Se puede acceder hasta la base, o bien recorrer otro camino alternativo por arriba para verla con mayor perspectiva, pero desde un punto más alejado.
Ruta hasta la cascada de Glymur


La cascada de Glymur es la segunda más alta de Islandia, con 190 metros de caída. Como curiosidad, tuvo el honor de ser la más alta del país hasta 2007, cuando ese honor se lo arrebató la cascada de Morsárfoss, de 240 metros y descubierta en 2007 en el parque nacional del Vatnajökull.
Glymur no es tan accesible como el resto de cascadas famosas de Islandia, así que hay que patear para poder verla. La ruta, de unos 7 Km y unas 5 horas, no es precisamente fácil, pues hay que atravesar un río que, fuera del verano, lleva bastante caudal, y la única ayuda es un tronco con un cable que facilita el paso. Es por eso que mucha gente viene ya preparada con botas de recambio. Después, la subida pronunciada sube por el lado derecho de la garganta, y unas cuerdas sirven para cruzar esta zona con mayor seguridad.
Antes del paso por el río se puede optar por coger otro camino que sube por el lado opuesto de la garganta, y que es mucho más fácil ya que no tiene pasos complicados y el desnivel es algo inferior. La desventaja de este otro camino es que no te deja tan cerca, aunque la vista sigue siendo impresionante. A nosotros nos nevó casi durante toda la jornada, y el viento arriba del todo era tremendo, lo que contribuyó a darle un aire más épico a la excursión.
Una opción para los más aventureros es formar una ruta circular, bajando uno de los caminos y subiendo el otro, y enlazando ambos en un cruce del río, metros más adelante de la cascada.
El círculo dorado



El círculo dorado es, seguramente, la mayor de las “turistadas” de Islandia, pero eso no quiere decir que no valga la pena, simplemente es donde más gente vas a ver. Se llama así por la proximidad de sus tres principales atracciones: la cascada Gullfoss, el parque nacional Thingvellir y Geysir.
Gullfoss es la cascada más famosa y visitada de Islandia por su proximidad a la capital de Reikiavik. Alimentada por las aguas del río Hvita, la cascada se divide en dos secciones, y como en el resto de cascadas de Islandia, es posible acercarse a través de dos caminos, uno más aéreo y con vistas más amplias, o bien por otro que te deja más cerca de la base para verla más de cerca.
Geysir es otro lugar archiconocido y visitado. Es una zona de géiseres, del cual el más activo a día de hoy es el conocido como Strokkur, que llega a alcanzar los 20 metros de altura y escupe su chorro de agua en una sincronización casi perfecta de cada 5 minutos. Es una pena que el paso de tanto turista descerebrado haya malogrado al géiser original, el cual llegó a alcanzar los 122 metros en el año 2000 por un terremoto, pero que habitualmente podía alcanzar los 80 metros. Lamentablemente, las piedras y objetos lanzados por los turistas lo han debilitado, y desde hace años ha dejado de manar agua.
Un lugar interesante es Bruarfoss, cascada menos frecuentada ya que los turistas no la suelen incluir en la ruta del círculo dorado, probablemente porque está algo más apartada y por la escasa señalización en la carretera. Sin embargo, vale la pena acercarse, sobre todo en otoño y en invierno: no es la cascada más espectacular, pero el entorno es muy bonito y el azul turquesa de sus aguas contrasta de forma preciosa con los colores otoñales de la vegetación y la nieve en las montañas.
Por último, Thingvellir es un parque nacional y el sitio con más historia de Islandia. Aquí se fundó el primer parlamento de Islandia en el año 930 d.C. y donde nació oficialmente la República de Islandia, el 17 de junio de 1944. La zona es conocida también por estar justo en medio de la separación de las placas tectónicas de Norteamérica y Eurasia. Hay varias fisuras en la zona, como la de Almannagjá o Silfra, y en esta última una actividad muy solicitada es la de hacer Snorkel debido a la gran visibilidad de estas aguas gélidas pero cristalinas.
Aquí el grupo se separó, y mientras uno hacían Snorkel (obviamente con un neopreno que dan en las muchas agencias de aventura que lo organizan) otros recorrimos el cañón de Almannagjá, que reúne puntos interesantes, como el punto donde se rodó la famosa escena de Juego de Tronos en la que Arya y Sandor Clegane llegan a las puertas del Valle de Arryn, o la cascada Oxararfoss, poco conocida pero no exenta de encanto.
Islandia en Septiembre: Tiempo, ropa, consejos
Aunque ya digo que no quiero hacer la típica guía de las que ya hay centenares, sí quería compartir contigo mi experiencia con la meteorología y las condiciones que me encontré en Islandia.
El viaje fue las dos últimas semanas de Septiembre. En esta época, los días se empiezan a acortar pero aún hay muchas horas de sol, no hace excesivo frío y lo bueno es que no hay tanta gente (o eso dicen) como en Agosto. Sin embargo, Islandia tiene una meteorología muy cambiante, y te puedes encontrar de todo.
Nosotros tuvimos mucha suerte el primer día, porque nos hizo un día de sol espléndido, pero el resto del viaje predominaron los días grises y nublados. No solo eso, sino que tuvimos una semana entera de mucho más frío del que toca para la época, con temperaturas rondando los 0 grados por el día e incluso con nevadas que, según nos dijeron, no eran habituales en esa época del año. Así pues, y aunque no sea algo habitual, es una época en la que hay que llevar ropa de abrigo por lo que pueda pasar.
Sobre la lluvia, lo que dice todo el mundo es cierto. Si mal no recuerdo, solo dos días nos libramos de la lluvia, el resto de días hubo al menos un momento del día en que nos llovió, y hubo no pocos días de lluvia intensa, y esto es algo que puede ocurrir incluso en verano. Hay que llevar buena ropa impermeable, o bien un buen chubasquero. También calzado impermeable, recomendable unas botas de montaña con Gore Tex o una membrana similar.
El viento también hace acto de presencia con mucha frecuencia. Es, sin duda, el evento más desagradable, y si te pilla con fuerza te puede arruinar la visita a según qué sitios, como nos ocurrió a nosotros en nuestro intento fallido de ver la Diamond Beach. Pero esto es lo que hay en Islandia, toca adaptarse y, sobre todo, no lamentarse si se tuercen los planes. La naturaleza es imprevisible y contra ella no podemos luchar. Pero sin duda, otro elemento indispensable en la mochila es una chaqueta cortavientos. Una chaqueta tipo shell, cortavientos e impermeable, es ideal para visitar un lugar con un tiempo tan cambiante, y en ocasiones tan extremo, como Islandia.
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Por cierto, en cuanto a poder ver Auroras Boreales en Septiembre, ya has visto que es posible, al contrario de lo que he leído en muchos blogs. Si bien es cierto que la época idónea es a partir de Octubre-Noviembre, en Septiembre, y con un poco de suerte, también se pueden “cazar”. Nosotros vimos dos, una en el sur de la isla más o menos a la mitad del viaje, y otra a través de las ventanillas del avión de vuelta, nada más despegar del aeropuerto de Keflavík. Así fue como nos despedimos de Islandia.